Cuando un objeto vibra, esa vibración se transmite a las moléculas
de aire que lo rodean. Se inicia así un proceso en cadena, una especie de
efecto dominó, en el que las moléculas se van empujando unas a otras:
El umbral auditivo del
ser humano muestra las limitaciones que tiene para percibir las alturas y las
intensidades de los sonidos.
Los límites de nuestra
percepción son límites que, lógicamente, afectan a la música como arte. Es decir,
se restringe el número de posibilidades en cuanto al rango posible de
frecuencias, intensidades, duraciones y timbres que pueden ser empleados en la
composición. Estos límites son incluso, como veremos más adelante, el punto de
partida para generar los algoritmos de compresión del sonido (en esencia la
idea consiste en eliminar toda la información que se recoge en un grabación,
pero que nuestro cerebro no es capaz de percibir).
fuente:educacion.es
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FASE 1:
Nuestra oreja actúa entonces como una antena receptora, capturando esas vibraciones del aire y conduciéndolas a través del conducto auditivo hasta el tímpano.
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FASE 2:
Las ondas sonoras hacen entonces que el tímpano vibre y, a través de los huesecillos del oído medio (martillo , yunque y estribo), se transmitirán amplificándose hacia la ventana oval del oído interno.
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FASE 3:
En el oído interno un líquido estimula a las células cilíacas, que serán las encargadas de enviar impulsos eléctricos a través del nervio auditivo hasta el cerebro.
fuente:educacion.es
Muy interesante tu publicación.
ResponderEliminarMuy Buena entrada, te felicito
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